Órgano de expresión de los Heterodoxos Amigos de la Asociación Micológica Leonesa San Jorge.
sábado, 16 de febrero de 2013
Primera escapada ¿al marzuolus ?......
No. Que no me la dan con queso. Ellos no iban a la busca del marzuolus. Pero no adelantemos acontecidos. La salida se gesta la víspera en la sede de la Asociación- eso sí con muy buenas palabras y mejores intenciones- la escapada se concertó para las 9,15 horas AM, no es cosa de darse un madrugón y andar a la de el alba por esos caminos de Dios. El manijero, cede una vez más ante la reticencia de los caza-marzuolus por aquello de que son mayoría .Y bien, una vez se puso rumbo al destino prefijado- Villaviciosa de la Ribera- pasando por San Andrés de Rabanedo, Ferral, Montejos, Villanueva de Carrizo, Quintanilla y Llamas de la Ribera, arribamos al ansiado destino.
El "jefe" de expedición se documenta debidamente, con un avezado abacero ambulante de la zona, que resultó ser el mejor conocedor de aquellos andurriales, para guiar a la "manada" con acierto y tino a la busca de los pinos silvestres a ser posible mezclados con roble, lugar idóneo para que brote el preciado Hygrophorus.
Las huestes ponen rumbo, ya con mucho nerviosismo camino de la majada que se les ha indicado por el experto y aparecen en lontananza como los molinos de nuestro Quijote los ansiados pinos. Y hete aquí que surge la primera decepción: son pinus pinaster. Después de una mínima prospección por la zona, aparecen mezclados pinus silvestris, pero nada de roble y los pinos todavía algo jóvenes. Reunión y cónclave para poner pies en polvorosa en busca de otros lares próximos para localizar mejores hábitats. Eso decían ellos. No era cierto. Buscaban donde avituallarse de pan ya que el chorizo y el vino lo tenían ya a buen recaudo. Pues bien lo encontraron, y enseguida alguien conocedor de la zona, propuso y todos excepto el plumilla asintieron en dirigirse a dar cuenta de el "comercio y el bebercio" en el lugar adecuado que resultó ser el pórtico de una iglesia (tan religiosos ellos) pero el porteador de la bota de vino, con el taimado fín de que no se pudiera beber el preciado líquido, apretóla tan fuerte que se llegó a temer tener que acompañarse de agua de la fuente para el refresco del gaznate. Lo que no esperaba él es que entre los expedicionarios hubiera un experto en descerrajar botas, como así ocurrió y resumiendo, dieron buena cuenta de corras (en plural) de chorizos, bota de vino de 2 litros y chapata grande de pan. Esta era la salida que los muy ladinos tenían preparada. No preguntaron por la hora de la misa aprovechando el sagrado lugar del condumio en la Iglesia de Secarejo.
Esta es la verdadera historia y así os la cuento. Hasta la próxima. Julián.
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