Celebrada la fiesta el día de hoy
Corria el año 1158 cuando Lucas de Tuy
describía la situación:
“Reinante el católico rey don
Fernando, hijo del emperador don Alonso, vino tal sequedad a la tierra
por defecto de las lluvias, que todas las cosas verdes con el gran
estío se secaron...”
Nada nuevo bajo el sol, pero este es el preludio del
milagro en forma de lluvia, atribuido a san Isidoro, y por el cual
desde hace siglos, la Corporación municipal acude anualmente con todo el boato y en señal de
gratitud, a la Basílica de san Isidoro para hacer entrega voluntaria
al Cabildo de un cirio de “arroba bien cumplida” y que el abad lo
recibe como una obligación. Son las ceremonias de foro y oferta, tan
habituales en León.
Al despedirse la
Corporación municipal del Cabildo de san Isidoro ante las puertas de
la basílica, efectuan por tres veces unas profundas y aparatosas
reverencias, con mas o menos gracia y donaire, y que dan el nombre a Las
Cabezadas.
Pero
archivosdemicologia, que está en todas, tiene una nueva
interpretación para la ceremonia descrita. Recuérdese la sequia
reinante y que frente a la basílica no había bares ni audiencias
que valgan, sino un praderio reseco. Al despedirse la Corporación
municipal, bien estirados ellos, del Cabildo isidoriano, uno de los maceros acompañantes,
inclinandose al suelo dijo muy claramente: “¡Hostia Patxi, un
perretxiko!” El resto de la Corporación buscó las setas a sus
pies, dando con ello lugar al origen del nombre popular al evento. Y
lo repitieron por tres veces mas, por si acaso.
El Municipio pudo
demostrar que el macero en cuestión era corto de vista, pero la
afición a las setas de este pueblo ahí queda.