Ayer, Último Martes Micológico del Mes (AUMMM), tuvimos la
suerte y el placer de poder asistir al debut de José María Escapa García, asociado
y vocal, como ponente en nuestra sede.
Nuestro compañero y naturalista -pues lo mismo le
interesan las setas como las orquídeas, líquenes, lagartos,…-, departió con
nosotros sobre algunos bosques de especial belleza, singularidad e importancia
de la montaña oriental de nuestra provincia.
Comenzó por mostrarnos el Acebal de Valdosín, reducto del acebo (Ilex aquifolium) y una de
las últimas moradas del urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus), donde a veces pueden prosperar
algunos ejemplares del género Pholiota.
El Bosque de Hormas,
es un impresionante conjunto de hayas (Fagus sylvatica) y roble albar (Quercus
petraea), salpicado de acebos y arándanos (Vaccinium myrtillus) hogar antaño de osos pardos (Ursus arctos) y urogallos.
El Bosque de Tendeña,
formado fundamentalmente por hayas, con un importante número de tejos (Taxus
baccata) centenarios, donde podemos llegar a ver desde la cabra
hispánica (Capra pyrenaica) hasta algunos Cortinarius
poco frecuentes.
El Bosque de
Matapiojos, compuesto de robles y hayas, hábitat de numerosos Cortinarius
y alguna Phaeolepiota.
El Pinar de Lillo,
una de las numerosas joyas ecológicas de la provincia de León, asentamiento de la
cola de caballo (Equisetum sylvaticum), donde además de pino silvestre (Pinus
sylvestris), podemos admirar un buen número de robles, hayas y abedules (Betula pendula), pero sobre todo asistir a la singularidad de las turberas, donde
crecen numerosas especies de hongos o musgos (Sphagnum magellanicum).
El Sabinar de
Crémenes, de sabina albar (Juniperus thurifera) y sabina
rastrera (Juniperus sabina), con algún quejigo (Quercus faginea) y encina ( Quercus ilex subsp. rotundifolia), que
da cobijo a algunas orquídeas (Epipactis kleinii, Oprhys
apifera, Ophrys ficalhoana, Ophrys sphegodes o Anacamptis
pyramidalis).
La
Tejeda de Peñacorada, donde los tejos salen adelante con la ayuda de las sabinas
rastreras, en la que abunda el Laetiporus sulphureus.
Finalmente, abordó la cuestión de los Árboles singulares
como el Haya de Valdosín, el Roble del Sestil de la Mata, el Espino de Villardefrancos y el Abeto de Boñar, a los que añadió otros,
no menos importantes, como el Roblón de la Plata, La
Potrona -una encina- y el Tejo de Borbonejo.