Y en saliendo de
los hielos del Polo Sur, el micoviajero leonés vuelve a ponerse el bañador para
terminar llegando a la Nueva Zelanda, exactamente a Te Upoko-o-te-Ikala (174º
46´38´´ Este) en la mismísima Isla Norte, en donde recolectó especies
autóctonas, entre ellas la Amanita australis y el Entoloma
hochstetteri . Aunque para comer recurría al Hangi maorí y al Asado Hogget. Y de ahí, vuelta a las aguas del Pacífico hasta alcanzar,
medio extenuado las Islas Fiji, Tuvalu, Tahiti y el resto de la Polinesia
francesa. Y aunque su interés es fundamentalmente la micología, el leonés no
hace desprecio alguno de ningún otro arte y, ante la ausencia de setas, mete en
el morral un original firmado por Gaugin, comprado en un mercadillo.
Y nadando en búsqueda de la
Estrella Polar llega a las costas siberianas, unos grados más al este de Chucoka
(172º 00’04´´ Este) y encantado de pisar tierra seca. Seca, pero fría hasta
para un leonés de la Montaña. Y con poquita variedad micológica, aunque
con tanto abedular, fueron cientos los Lactarius y Leccinum que el leonés se echó al
morral. Pero oye, que poco tardó en
volver al agua. Y alcanza a poco y a nado el Polo Norte (90º 00´00´´ Norte y 0º
00´00´´mires donde mires). Nadie hasta entonces lo había conseguido. Allí
plantó el pendón que llevaba en el morral flotando sobre la botella de Prieto
Picudo totalmente vacía. Si por casualidad llegas al Polo Norte, tráelo para
casa para exponerlo en el MUSAC. Un pequeño paso para el hombre, pero un gran
paso para el Reino de León.
Puestas las cosas más fáciles,
rumbo al Sur y cuesta abajo en el meridiano, el micoviajero leonés, deja a un
lado las noruegas Islas de Jan Mayen (en donde no hay ni champiñones) para
llegar al norte de Escocia. Y es ahí, después de miles de kilómetros, donde
nuestro viajero se encuentra en su salsa. Aunque es primavera temprana, llega a
ver especies reconocibles, incluidos algunos corros de San Jorge. Y además
consigue convencer a los locales para sustituir en los mercados, el whisky
escoces Blended y de 12 años, para introducir en su lugar el Orujo blanco
berciano.
Pasa por Irlanda y, dejando la
Bretaña francesa a su izquierda alcanza, con el agua al cuello, el Meyba, el
morral y algo de chorizo incluidos, la costa de Asturias por Villaviciosa (5º
26`00`` Oeste) siendo recibido, como en su momento lo fue Carlos I, por toda la
población, pero en este caso sin haberse perdido. Invitó, por supuesto a los
asturianos a secarse en Coyanza, y pasando por el Puerto Ventana, como antes
hiciera Jovellanos, atravesó de Luna a Omaña, visitando a Pablo Álvarez, que
con el tiempo haría el camino inverso y arribó a casa, a la hora de cenar. Y
esta vez sin comentario alguno.