viernes, 1 de diciembre de 2023

Qué es de San Jorge (15º)

 

Desde septiembre, en un par de artículos concatenados, no mentamos a nuestro patrón pero ahora vuelvo a la carga a raíz de lo visto en mi último viaje por Centroeuropa. Digo lo visto porque sé que hay mucho más que no vi aunque puede que estuviera cerca. Por desgracia, el trajín de estos viajes no permite reparar en todos los detalles como uno quisiera.

Una ciudad visitada fue Praga, en la República Checa. En la misma, es ineludible parar unas horas en el recinto de su famoso Castillo, mayor castillo antiguo del mundo, símbolo y cuna de ese país. Es mucho lo que encierra bajo ese nombre: el propio edificio civil, sus patios, la Catedral de San Vito (símbolo y orgullo de la República Checa) (*),  el Callejón del Oro con sus casitas diminutas adosadas a la muralla, en una de las cuales vivió Franz Kafka, ubicuo en Praga, el famoso escritor y filósofo, existencialista, paladín, entre otras cosas de lo absurdo, autor de La Metamorfosis (La Transformación o Die Verdwandlung porque él escribía en alemán) y un largo etcétera de construcciones.


(*) Es curioso, en su interior, al altura del triforio, justo antes de la cabecera, aparecen varios blasones, y en un  tramo leemos: “Princeps et Infants Hispaniarum” entre los cuales está nuestro León. 

Entre estas está la la Basílica de San Jorge, que es lo que me ocupa en este artículo. En checo Bazilika Sv. Jiří, que resulta ser la iglesia más antigua que se conserva en el conjunto del Castillo de Praga. Fundada por Vratislaus, Duque de Bohemia en el año 920, coetánea de nuestro prerrománico o nuestro mozárabe. Su interior sobrio contrasta con el barroco insistente de la ciudad. Contiene tumbas de personajes y santos bohemios. Casualmente yo tuve un amigo checo homónimo que visitó León en los setenta.




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 La fachada sí es barroca y de finales del siglo XVII. En un tímpano superior se nos muestra un San Jorge y el dragón, las iniciales S.G. y una advocación al santo que reproduzco aquí en foto por el futuro de nuestra Asociación.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por esta zona de Centroeuropa, hay varios “San Jorges” por kilómetro cuadrado. Cito algunos: en la plaza central del Castillo vemos, aparte de otras muchas cosas, un San Jorge, a caballo como es habitual, otros tres en Budapest; uno o de ellos curiosamente no está cabalgando, otro en la iglesia San Jorge de rito ortodoxo serbio (imagen de la iglesia de pared amarilla con el santo en la parte inferior de la izquierda que apenas se distingue). Otro está en Viena (Wiener Neutadt), del cual no encuentro fotos.

sábado, 25 de noviembre de 2023

Pietro Antonio Micheli (1679-1737)

 

 


Nadie podría imaginar que Pier Antonio de Micheli, uno de los padres fundadores de la micología, llegaría con el tiempo a mantener una relación casual, pero directa, con los antiguos Faraones de Egipto.

Nacido en Florencia en 1679, pronto deja los estudios para incorporarse como ayudante del librero-encuadernador Ottavio Felice Bonaiuti, en la misma ciudad. Siendo el joven Pietro Antonio un enamorado de la naturaleza, a la que se escapaba a la mínima, coleccionando todo tipo de plantas, en compañía ocasional de algunos monjes con experiencia botánica, del cercano Monasterio (Benedictino y contemplativo) de Vallombrosa. 

Y fue en el taller de encuadernación, donde trabajaba cuando Micheli descubrió el < Comentario a Dioscórides> de Andrea Mattioli, edición de 1585. Es desde entonces cuando las plantas que recoge en sus escapadas, las coteja e identifica con las figuras del libro de Mattioli, relacionándolas con el sistema de clasificación del médico y botánico sueco Bauhin. Todo ello permitió a Micheli convertirse en un versado en la botánica. Incluso se daba el lujo de vender todo tipo de plantas a diferentes herbolarios y boticarios florentinos. 

Aprendió por entonces del Padre Falugi, experto botánico, el arte para la desecación y conservación de las plantas que recolectaba, lo que le permitió disponer de un amplio herbario. 

Todos sus conocimientos le abrieron las puertas de los círculos de la alta sociedad y de la nobleza florentina y, sobre todo, con Giuseppe del Papa, médico personal de Cosme III de Médici, VI Gran Duque de Toscana, con el que llegó a sentarse a su mesa, dado el aprecio que le manifestaba. Corría todo ello en el año 1706, siendo nombrado asistente del guardián de los Jardines Simplici de Pisa y del Botánico de Florencia, con la exigencia de hacer acopio de plantas de medio mundo. Pier Antonio de Micheli, realizó entonces recolectas en Bohemia, Tirol, Prusia, etc. Asimismo, fue nombrado profesor de Botánica de la Universidad de Pisa.

 


Es por entonces cuando el Gran Duque hace llegar a sus manos la más novedosa de las publicaciones sobre sistemática vegetal de la época como eran las <Institutiones rei herbariae> de Joseph Pitton de Tournefort, publicado en 1700. De Micheli aplicará a todas sus obras esos criterios de clasificación fundamentalmente a su mayor aportación al mundo de la botánica como era el < Nova Plantarum Genera> editado en 1729. En esta obra de Botánica donde cataloga y describe cientos de especies de setas. El culpable de todo ello fue Antonie Van Leeuwenhoek, inventor de microscopio, lo que permitió a Pier Antonio Micheli, descubrir las esporas, que ponía fin a la generación espontánea como forma de desarrollo de  de los hongos y permitir un estudio científico de diferentes microorganismos y elaborar con ello,  la primera clasificación moderna de los hongos.

Y entre otras especies, puso el nombre de Aspergillus a una seta microscópica, que semejaba al hisopo o aspergillium, con el que se bendecían múltiples ceremonias cristianas. Y es esta especie, la que entronca con la primera frase de esta entrada y relaciona a Micheli con los Faraones. “La muerte golpeará con su miedo a aquel que ose turbar el reposo del Faraón”. Muerte para algunos egiptólogos si, pero no por maldición alguna. Simplemente por la inhalación de las esporas del Aspergillus descubierto por De Micheli. 

Y fue el primer día del año de 1737 cuando en la ciudad de Florencia fallecía Petro  Antonio de Micheli.

Múltiples fueron las especies vegetales a las que en honor a Pier Antonio Micheli se dio su nombre. Y a algún género micológico, también.