Nadie podría imaginar que Pier Antonio de Micheli, uno de los padres fundadores de la micología, llegaría con el tiempo a mantener una relación casual, pero directa, con los antiguos Faraones de Egipto.
Nacido en Florencia en 1679, pronto deja los estudios para incorporarse como ayudante del librero-encuadernador Ottavio Felice Bonaiuti, en la misma ciudad. Siendo el joven Pietro Antonio un enamorado de la naturaleza, a la que se escapaba a la mínima, coleccionando todo tipo de plantas, en compañía ocasional de algunos monjes con experiencia botánica, del cercano Monasterio (Benedictino y contemplativo) de Vallombrosa.
Y fue en el taller de encuadernación, donde trabajaba cuando Micheli descubrió el < Comentario a Dioscórides> de Andrea Mattioli, edición de 1585. Es desde entonces cuando las plantas que recoge en sus escapadas, las coteja e identifica con las figuras del libro de Mattioli, relacionándolas con el sistema de clasificación del médico y botánico sueco Bauhin. Todo ello permitió a Micheli convertirse en un versado en la botánica. Incluso se daba el lujo de vender todo tipo de plantas a diferentes herbolarios y boticarios florentinos.
Aprendió por entonces del Padre Falugi, experto botánico, el arte para la desecación y conservación de las plantas que recolectaba, lo que le permitió disponer de un amplio herbario.
Todos sus conocimientos le abrieron las puertas de los círculos de la alta sociedad y de la nobleza florentina y, sobre todo, con Giuseppe del Papa, médico personal de Cosme III de Médici, VI Gran Duque de Toscana, con el que llegó a sentarse a su mesa, dado el aprecio que le manifestaba. Corría todo ello en el año 1706, siendo nombrado asistente del guardián de los Jardines Simplici de Pisa y del Botánico de Florencia, con la exigencia de hacer acopio de plantas de medio mundo. Pier Antonio de Micheli, realizó entonces recolectas en Bohemia, Tirol, Prusia, etc. Asimismo, fue nombrado profesor de Botánica de la Universidad de Pisa.
Es por entonces cuando el Gran Duque hace llegar a sus manos la más novedosa de las publicaciones sobre sistemática vegetal de la época como eran las <Institutiones rei herbariae> de Joseph Pitton de Tournefort, publicado en 1700. De Micheli aplicará a todas sus obras esos criterios de clasificación fundamentalmente a su mayor aportación al mundo de la botánica como era el < Nova Plantarum Genera> editado en 1729. En esta obra de Botánica donde cataloga y describe cientos de especies de setas. El culpable de todo ello fue Antonie Van Leeuwenhoek, inventor de microscopio, lo que permitió a Pier Antonio Micheli, descubrir las esporas, que ponía fin a la generación espontánea como forma de desarrollo de de los hongos y permitir un estudio científico de diferentes microorganismos y elaborar con ello, la primera clasificación moderna de los hongos.
Y entre otras especies, puso el nombre de Aspergillus a una seta microscópica, que semejaba al hisopo o aspergillium, con el que se bendecían múltiples ceremonias cristianas. Y es esta especie, la que entronca con la primera frase de esta entrada y relaciona a Micheli con los Faraones. “La muerte golpeará con su miedo a aquel que ose turbar el reposo del Faraón”. Muerte para algunos egiptólogos si, pero no por maldición alguna. Simplemente por la inhalación de las esporas del Aspergillus descubierto por De Micheli.
Y fue el primer día del año de 1737 cuando en la ciudad de Florencia fallecía Petro Antonio de Micheli.
Múltiples fueron las especies vegetales a las que en
honor a Pier Antonio Micheli se dio su nombre. Y a algún género micológico,
también.