Visto lo visto y tal y como estaba el percal, el
micoviajero leonés opta por el meridiano de León (5º 34´01´´ Oeste) Surge la
duda, si dirigirse hacia el Norte o hacia el Sur. Dado lo avanzado del verano,
opta por viajar hacia el sur. Y con el morral cargado con algún chorizo
picante, algo de cecina y una botella de Prieto Picudo, pasa por el puerto de
Béjar (5º 50`15’’) hacia el lejano sur.
Llega a tiempo para la temporada de
bolos y tanas, más abundantes en Huelva y Cádiz que en Extremadura. Opta por no
quedarse a la próxima temporada de gurumelos en vista de su larga excursión y
de la premura del tiempo disponible.
Alcanza la costa de Tarifa (5º
36`20``) con una aceptable cosecha micológica y, una vez puesto el Meyba,
atraviesa el un plis plas el estrecho para alcanzar las costas marroquíes,
cruzándose en el camino con múltiples pateras, que no entendían de su
excursión.
Recoge las mismas especies que al
otro lado del estrecho donde llega a la altura de Tánger (5º 48`14``) atraviesa
el Atlas, pasa por Argelia (en donde se harta de Terfecia arenaria) y
cruza las fronteras de Malí, Burkina Fasso y Costa de Marfil (5º 16`27``) a la
altura de Abiyan. Encuentra el micoviajero leonés especies micológicas, para él
desconocidas como el Agaricus trisulphuratus, la Itajahya
rosea o el Podaxis pistillaris para llegar finalmente al mar.
Es ahí donde duda entre cruzar el
Atlántico en línea recta (trayecto muy largo hasta para un leonés) o desviarse
algo a este u oeste, cuando corresponda. Visita por ello las islas de Ascensión
(unos grados al Oeste) y Tristán de Acuña (con 50 botellas de whisky per person
y con ello unos grados a un lado y a otro, pero con conocimiento nulo en
micología), donde se aprovisiona de huevos de pingüino para llegar con
comodidad al Polo Sur, siendo por ello el primer leonés en alcanzarlo a nado.
Pero, eso sí, con un cero micológico. Y eso es algo que ya esperaba. Y lo es porque aún no había comenzado la
temporada de marzuelos.
Pero es en la Antártida, donde el
leonés se cruza con expediciones noruegas, americanas, rusas y hasta japonesas,
a las que ofrece un trago de prieto picudo y algo de cecina, y a los que
pregunta sobre las setas autóctonas y el camino correcto hacia su destino, y en
alcanzándolo, pasa automáticamente al
90º 00`00`` Sur y al 0º 00´00´´ de la rosa de los vientos y con un paso,
del meridiano 5º Oeste al 175º Este. Es lo que hay.
(Continuará)