Desde el punto de vista micológico, no podríamos citar en estos momentos el adagio inglés de “No news is good news” pues, más bien habría que decir lo contrario “No news is bad news” ya que las comunicaciones en nuestros medios sobre hallazgos de setas brilla por su ausencia o son anecdóticas. Con la que está cayendo, no creo que, a corto plazo, esto vaya a cambiar. ¡Ojalá me equivoque! No obstante, aprovecho esta circunstancia para paliarla con un: ¡Libro recomendado! “EL JARDIN DEL PRADO” es un paseo en el que el autor nos guía por las obras de los grandes maestros de la pintura viendo detalles que, a muchos mortales, nos podrían pasar desapercibidos.
El libro consta de un índice de unas 50 plantas presentadas con el cuadro correspondiente, varios grabados, una bibliografía y un glosario de plantas con sus nombres vulgares y botánicos.
Eduardo Barba Gómez es colaborador de varios museos, partícipe en la implantación y mantenimiento de plantas en varios jardines en diversos países de todo el mundo.
El jardín del Prado
Un paseo botánico por las obras de los grandes maestros.
Autor: © Eduardo Barba Gómez 2020
Editorial: © Espasa, Editorial Planeta, S.A. 2020
Edición: 7ª - Rústica. Tapa blanda con solapas. Papel ecológico.
ISBN: 978-84-670-5835-2
Depósito legal: B.955-2020
Formato: 237 páginas, 23 por 15 cm.
Otros
datos © Ilustración de cubierta:
Sr. García
Diseño de Interiores: María Pitironte
Dibujos botánicos: Juan Luis Castillo
Fotografías de interior: (AESA, Museo del Prado, Album, Oronoz, Fine Arts, Joseph Martin/ Album, Akg-Images, The Print Collector, Bridgeman Images/AGE)
Iconografía: (Grupo Planeta)
Hace algún tiempo me obsequiaron con este curioso libro que os presento y recomiendo sin otro afán que exclusivamente divulgativo, en base a nuestra sana afición a las plantas, setas y a la naturaleza en general.
De por sí, los grabados sobre plantas, animales y otros elementos de la madre naturaleza siempre han sido algo único y gratificante y han dado mucho de sí a lo largo de la historia, desde nuestro J. Celestino B. Mutis y Bosio (1732-1808), aquél de los billetes de 2000 pesetas de 1992 a Charles Darwin (1809-1882), o lo que vemos en el Fungarium o Botanicum del Kew Garden londinense por poner unos ejemplos.
Los cuadros de los museos a lo largo y ancho del mundo se nos presentan bajo el título que les dio su autor o con el que alguien los bautizó cuando se desconocía el que les asignó el propio pintor. No obstante, aparte de ver el motivo del título, es preciso sentarse delante de un cuadro como hacen los entendidos que visitan los museos desde esos asientos que vemos delante los cuadros y, aparte de conocer su autor y de observar los rasgos que distinguen a los artistas, yo recomendaría hurgar en los detalles que lo rellenan, como el entorno de las figuras principales, la expresión de los rostros, objetos decorativos, joyas, animales, plantas, animales, etc. pues, a veces, nos presentan un mundo sorprendente inadvertido.
Esto es lo que ha hecho el autor de este libro en su particular recorrido por nuestro museo más universal. En este caso concreto, él se ha fijado en el mundo vegetal que aparece en las obras como motivo principal o de fondo y nos pone delante esta obra abriendo nuestros ojos al respecto. Todos conocemos p.ej. los famosos cuadros del pintor milanés Arcimboldo, del que hablé en mi artículo en este blog el 16 de octubre de 2018 con sus fantasías de composición sobre los frutos de las cuatro estaciones que nos presenta a bocajarro, las naturalezas muertas o bodegones, pero lo excepcional es descubrir todo esto en torno a los motivos principales de un cuadro.
En el Museo del Prado encontramos todo lo imaginable en la pintura pero ahora quiero llamar la atención sobre este libro concreto. Es algo diferente y por tanto, recomendable.
También el Museo del Prado encontramos setas, p.ej. en la obra “Guirnalda con florecillas y setas y escena de brujería”, S. XVII. Óleo sobre tabla, 63 x 48 cm, anónimo. Sobre éste en la web leemos este fragmento, creo que es de F. Molino Olmedo (así lo hago constar)“…Las bellotas de las ramas de roble están sin madurar, por el color verdoso, por lo que fueron recogidas a finales de verano a primeros de otoño, época en que podemos encontrar uno de los elementos más conspicuos del cuadro, los hongos.”
Es curioso, en mi artículo del 19 de mayo de 2020 en este blog, escrito durante el confinamiento, incluía este párrafo: “Vemos que aquí las setas están colgadas en el techo como se hacía antiguamente con las manzanas. Había pocos frutales y había que conservarlas para ocasiones especiales. Mi abuela, recuerdo, que las colocaba en grupos de unas 20-30 sobre una mesa, formando círculos, ataba un hilo a cada rabo y luego cogía todo el haz de hilos juntos y los anudaba con firmeza y colgaba cada conjunto de una punta en el techo. De ahí se irían cogiendo para comerlas en ciertas ocasiones.” Bueno, pues esto mismo lo vemos en el detalle del centro-izquierda de este cuadro y lo digo por si a alguien mostró incredulidad con lo que yo decía en aquel entonces. Maldita hemeroteca, como se dice ahora en círculos periodísticos.
Es lo que pretendo con este artículo, rellenar uno de tantos huecos que, por ser época estival, los dejamos para “cuando haya más tiempo” en el invierno.
Rafael Gallego – 19.07.2022