Un edificio destacado de
la monumental e histórica Astorga es su Palacio Episcopal, obra a
caballo entre los siglos XIX y XX del genial arquitecto catalán
Antonio Gaudí i Cornet para su amigo el obispo Joan Baptista Grau i
Vallespinós.
En la planta noble del
mismo donde se encuentran la capilla, el comedor, la estancia del
obispo, también está el Salón del Trono que cuenta con un sillón
con dosel ideado por el arquitecto. El palacio como tal, la
dependencia con tal nombre y el sillón en sí son muestra del poder
episcopal de la época. Allí se celebrarían sus audiencias a
destacados personajes y debía quedar patente su status.
Yo había visitado el
Palacio Episcopal de Astorga mil veces como quien dice, pero nunca
había reparado en un detalle. Éste está en el propio sillón,
justo en el borde del asiento, formado por una decoración que
recuerda la del cimacio de un capitel románico o un pequeño friso.
La decoración en este caso está compuesta por una secuencia de
formas zigzagueantes rellenas de formas de la naturaleza; las
inferiores como hojas de trébol y las superiores como
setas cortadas en
vertical.
La imaginación de cada
cual no tiene límites y a mí personalmente se me antoja que en el
segundo término se trata realmente de SETAS CORTADAS.
Ilustrando brevemente el
artículo, resalto que el obispo Grau nació en Reus en 1832. Entre
otras cosas, fue presidente de la Sociedad Tarraconense de
Arquitectura. León XIII le nombró Obispo de Astorga, tomando
posesión de la diócesis el 16 de octubre de 1886. El 23 de
diciembre de ese mismo año un incendio destruyó el palacio antiguo
y por ello Grau encargó a Gaudí la construcción del nuevo, donde
está la pieza que nos ocupa. Falleció en 1893 en visita pastoral a
Tábara (Zamora). De la vida y obra de Gaudí no voy a hablar porque
no acabaría. Simplemente quiero decir que, una de las fortunas de
esta querida provincia fue, por avatares del destino, la impronta que
nos dejaron ambos personajes.
Siendo ambos buenos
catalanes y siendo los catalanes buenos micófilos, ¿por qué no
pudo ocurrir que se les ocurriera plasmar unas setas en su obra de
Astorga?
Asombroso, pues claro que parecen setas, para nada el trébol.
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