Me han regalado un libro con el que no sabían que hacer
porque está en alemán. Su título es:
<Mysterium Wein.- Die
Götter, der Wein und die Kunst.>
Es decir < El
Misterio del Vino. Los Dioses, el Vino y el Arte>
En una de sus páginas aparece esta pintura de
Arcimboldo.
El otoño (hacia 1573) de Giuseppe Arcimboldo (Milán 1527- Milán 1593. Óleo sobre lienzo, 76
x 64 cm. Museo del Louvre, París.
Como no podía ser menos, nos encontramos con varios frutos: calabazas, uvas, higos, peras, manzanas, castañas, mijo, nabos… y por supuesto setas. "Probablemente el artista ingirió un par de estas últimas para poder imaginar semejante obra creativa en pleno siglo XV" según sugiere Miguel Calvo Santos en un artículo de la web. Estaríamos ante un caso similar al de Gaudí en un capítulo de la obra "El hongo en la génesis de las culturas" donde el autor Josep María Fericgla se pregunta: ¿Consumía "Amanita muscaria" Antoni Gaudí?
Las frutas del cuadro reproducen las distintas partes de la cara, pero la seta hace la función de oreja o pabellón auditivo. Es difícil saber qué ejemplar inspiró a Arcimboldo pero para mí, puestos a imaginar, se parece a un “shitake” o Lentinus edodes, conocida ante todo en Oriente por sus propiedades medicinales. No es descabellado que el artista eligiera una seta para hacer de oreja, pero tal vez si hubiera conocido la Auricula judae la hubiera usado con mayor motivo o, si la conocía, ¿por qué no la utilizó?
Como sabemos hay cuadros y obras de arte que reproducen setas. Me hago eco de éste sobre el otoño para animar a la naturaleza a que nos agasaje con el preciado fruto que tanto perseguimos en esta época.
Rafael Gallego
el ojo se compone también de dos o tres setas muy pequeñas, tipo Mycenas.
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