…éste del mes de abril en el que a nuestra amiga Raquel Álvarez le tocó desasnarnos un poco más.
Charla en tres tiempos no muy extensa, que podría haberlo sido, pero muy enjundiosa. De la duda nació el saber y nadie nació sabiendo como se suele decir. Nuestra Raquel es una de esas personas que nunca da las cosas por hechas y con esa duda o más bien intriga ha buceado en los medios escritos y no escritos como buena pesquisadora (investigadora en portugués) para que vayamos haciendo boca sobre lo que puede haber tras una seta u hongo como puntualizó.
Precisamente haciendo boca, en la primera parte nos hemos quedado boquiabiertos al saber que, aparte de que un Fomes pueda servir para hacer fuego, un familiar cercano, el Inonotus fue utilizado como aditivo en el alimento de los cerdos en la fase final del engorde, ¡vamos!...algo parecido a lo que hoy día conocemos como “finalizadores”, clembuterol por ejemplo, aunque aquéllos no lo fueran en plan industrial y menos fraudulento e ilegal; y que el Fomes fue usado como acelerador sin humo de la pólvora en un atentado contra Napoleón. Bueno…esto del Fomes viene de muy antaño como nos han constatado con el hallazgo de Ötzi, el hombre de Similaun de 3.300 años a.C. en los Alpes a más de 3.000 m de altitud en 1991 entre Austria e Italia. Es más que curioso ver que en el mundo de la cosmética, nada menos, que los indios norteamericanos extraían de la Fomitopsis elementos desodorantes y que ésta última también sirviera como tabaco. Qué vamos a decir del mundo de la medicina con las famosas triacas o teriacas (del latín theriaca, del griego θηριον/therion o del árabe tiryāq,), compuestos que podrían llegar a tener más de 100 componentes; entre ellos, por supuesto, setas como el Agaricus bisporus o champiñón de París. Lo que en la medicina tradicional china conocemos como moxibustión al parecer lo practicaba Hipócrates empleando el “agárico incandescente” para producir reacciones aplicándolo sobre la piel. De eso aprendí mucho cuando traduje un libro de Acupuntura. Interesante lo del uso del Fomes contra las durezas de los pies, etc.etc. No os lo perdáis, la corteza del Fomes sirve también para cosas más díscolas como hacer sombreros y bolsos para damas.
En la segunda parte, entramos en algo parecido a esto último, pues nos contó que los indígenas de Gabón utilizaban o utilizan un rizomorfo, Marasmius?, Cordyceps?, Polyporus rizomorfa? para hacer cordones y cinturones trenzando varias hebras del mismo por grupos a modo de len (hilo de seda suave y poco torcido).
Con lo de Gabón, nos llevó a lo exótico como salto a la tercera parte en la que nos dejó perplejos, al hilo de R. G. Wasson, banquero metido a etno-micólogo y su historia de una india (llamada nada más y nada menos que KEEWAYDINOQUAY) en una isla de uno de los Grandes Lagos de Norteamérica. Nos contó un cuento, la Leyenda de Miskwedo, sobre un país imaginario de las Muscarias y sus efectos psicodélicos/enteogénicos implicando a dos hermanos; o sea, el uso de las setas como alucínogenos. El cuento no os lo cuento.
Al final, como de costumbre, practicamos el refrán romano pero a la inversa: “Primum philosophare, deinde vivire” … La mesa quedó barrida literalmente. No sé qué hubiera pasado si primero hubiéramos “vivido” y luego “filosofado”; más bien nos hubiéramos quedado sin argumentos.
Como veis, las setas dan para mucho. Todos podéis aportar algo nuevo. Gracias Raquel.
Rafael Gallego
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