THE MAGNIFICENT SEVEN
Sí. No fueron- y podían haber sido- tres, cinco o venticinco ...¿ porqué no? los socios de nuestra micológica San Jorge los que asistieron al XI encuentro de FAMCAL, que tuvo lugar el día 15 del mes en curso, en la localidad abulense de Cuevas del Valle y fueron los Siete Magníficos, ni uno más, pero tampoco uno menos, aunque en honor de la verdad había tres magníficas, que cada una de ellas valía por siete. Veréis la foto y me daréis la razón. De nada chicas, no deis las gracias. Decía que el evento tuvo lugar en en una de las localidades que componen la Mancomunidad del Barranco de las Cinco Villas, a saber: Mombeltrán, Santa Cruz del Valle, Villarejo del Valle, San Esteban del Valle y Cuevas del Valle. Como se indica anteriormente en este último tuvo lugar el encuentro.
A estas bonitas localidades, se accede desde Avila por la N 502 siguiendo el curso del río Alberche, para luego subiendo el Puerto del Pico de una altitud de 1352 m bajar al Valle del Tietar. Este puerto es la separación del Macizo Oriental de Gredos de la parte central de la misma sierra.
A las diez de la mañana, se nos recibió por el Presidente de la Asociación Micológica de la localidad , de nombre Horario, el del Presi, no la Asociación que se llama Amagredos, (Hacho para los amigos entre los que me cuento) y su junta directiva, pero fuimos recibidos con contundencia ya que había no menos de 5 paellas, y de unas veinte raciones abundantes cada una con las típicas migas del pastor (habrá foto para dar fe) y regadas con buenos caldos de la zona, amén de cervezas, refrescos,y agua, todo ello para tomar fuerzas suficientes para realizar la ruta que nos tenían preparada por los pagos próximos al pueblo. No era dura, pero el astro rey nos castigó con 37 grados a la hora de estar andando y se hizo difícil; para rematar visitamos una bodega en una casa particular,dejándonos poco tiempo para acercarnos a Villarejo del Valle a 2 kilómetros de distancia donde dimos lugar a una buena comida para poner fin a la fiesta sobre las 17 horas, y cada pájaro a su espiga.
Julián Cerezal
